Terminó otro mes y sigo en lo mismo, en un círculo vicioso, que no tiene para cuándo parar. Porque lo reconozco, yo misma me encargo de llenar el estanque de bencina para que no se apague el motor. Es tanta mi irracionalidad y dependencia a la situación que me niego a perderla definitivamente. Es algo, es más que nada.
Sin embargo, ni esos momentos los disfruto tanto, y para qué hablar de los otros momentos que son absolutamente insoportables.
No puedo escribir más. Así fue mi noviembre...
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